OVA 1 U-01
Conceptos clave para comprender las violencias basadas en género
Introducción
A continuación, exploraremos las complejas interacciones entre género, poder y violencia en nuestra sociedad y analizaremos cómo el género se configura como una construcción social que determina roles y expectativas, influyendo en la vida de las personas de diversas identidades. En ese orden de ideas, nos enfocaremos en las diferentes manifestaciones de la violencia de género, que no solo afectan a mujeres, sino también a personas del sector poblacional LGBTQ+ y que se vivencian tanto en contextos públicos como privados.
De igual manera, examinaremos la violencia simbólica que se manifiesta a través de normas culturales y estereotipos que perpetúan la desigualdad y la opresión; además, abordaremos la importancia de la perspectiva de género como herramienta crítica para desmantelar estas estructuras de poder y promover un acceso equitativo a los derechos fundamentales. A través de este análisis, buscaremos comprender y visibilizar las dinámicas de violencia que afectan a nuestras comunidades, fomentando un entorno de reflexión y acción hacia la igualdad y el respeto por todas las identidades.
Objetivos
- Comprender la construcción social del género.
- Identificar las distintas manifestaciones de la violencia de género.
- Fomentar una perspectiva crítica para cuestionar y desafiar los estereotipos de género y las normas sociales que legitiman la violencia, promoviendo un análisis crítico de las relaciones de poder en la sociedad.
El género
Históricamente, la sociedad se ha clasificado en dos categorías que organizan su estructura de manera binaria: varón y mujer; estas categorías se aplican a las personas según el sexo que les ha sido asignado al momento de su nacimiento y se materializan en roles y estereotipos que se otorgan a cada quien como si fuesen “naturales”.
La categoría “género” rompe con ese esquema porque no es natural, sino que se refiere a una construcción social y cultural; de esta manera, podemos empezar a vislumbrar cómo aprendemos a ser hombres y mujeres —y solo a ser eso, sin ninguna otra opción— según lo que las sociedades van definiendo como lo propio de lo femenino y lo masculino (y todo lo impropio).
El género es un concepto relacional y abarca a todas las personas y sus maneras de relacionarse, tiene que ver con una construcción sociocultural que tiene lugar a partir de la diferenciación sexual, que nos atraviesa en la esfera individual y colectiva. El género influye críticamente en la división sexual del trabajo, el ideal de familia y la educación de las infancias, y tiene consecuencias en la distribución de los recursos (materiales y simbólicos), la definición de jerarquías y las identidades posibles más allá del binarismo, entre otras situaciones.
Este constructo delimita la manera en la cual las personas pueden desarrollarse a través de las diferentes esferas y roles que componen la vida individual, comunitaria y política. Butler (2007) afirma que el género es una construcción social que se impone a través de diversas prácticas culturales y del discurso, definiendo y coartando las posibilidades de acción y reconocimiento para hombres y mujeres, perpetuando las desigualdades estructurales de la sociedad.
Así, la sociedad se configura de acuerdo con sus relaciones de género, impactando de manera determinante en el ejercicio de los derechos humanos de quienes no concuerdan con la visión binaria del mundo. Esta configuración de la sociedad se basa fundamentalmente en los roles y los estereotipos de género.
Perspectiva de género
La perspectiva de género posibilita el análisis crítico de la manera en la que operan estas representaciones sociales, los estereotipos y prejuicios que indican lo deseable y esperado de acuerdo con el género de cada persona en cada contexto social. Desde la perspectiva de género ponemos a funcionar una mirada del mundo que abre y cuestiona verdades absolutas que naturalizan desigualdades entre los géneros. Esta mirada surge a partir de las luchas y aportes de los movimientos feministas y los estudios de género, corriendo el velo del sentido común para reconocer y visibilizar las configuraciones históricas y socioculturales del género, para abandonar el determinismo biológico imperante.
Con los “lentes de la perspectiva de género” para observar e interpretar nuestras realidades, podremos:
- Reconocer las desigualdades en torno al poder, que se dan entre los géneros, frecuente y mayoritariamente en favor de los varones como grupo social y discriminatorias hacia las mujeres y diversidades: las desigualdades de género.
- Tener siempre presente que esas relaciones han sido construidas social e históricamente y, a su vez, son constitutivas de la identidad y la expresión de todas las personas.
- Identificar que todo el entramado social se halla atravesado por relaciones de género, y a la vez por otro tipo de relaciones, tales como clase, etnia, religión y preferencia sexual.
- Reconocer de manera crítica los estereotipos y roles que han sido asignados a cada identidad.
- Poner en evidencia el desigual acceso a los derechos fundamentales de las personas y procurar las vías para revertir estas barreras, cuestionando y generando un acceso democrático e igualitario para todes.
Violencias de género
“Según la Comisión de la ONU sobre la Condición de las Mujeres, al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido a lo largo de su vida un acto de violencia de género (maltrato, violación, abuso, acoso…). Desde diversos organismos internacionales se ha resaltado que este tipo de violencia es la primera causa de muerte o invalidez para las mujeres entre 15 y 44 años, por encima del cáncer, la malaria o los accidentes de tráfico.”
Raquel Osborne (Apuntes sobre la violencia, 2009).
Para comenzar, vamos a acordar que cuando hablamos de violencias de género nos estaremos refiriendo a aquellas manifestaciones de violencia que se producen por la subordinación social de mujeres, lesbianas, gais, bisexuales, travestis, trans, intersex, no binaries y otras identidades de género y orientaciones sexuales. Al posicionarnos en esta perspectiva, las estaremos enmarcando como un problema social, cultural y político, y no como un problema que sucede en el ámbito privado.
Debemos comprender las violencias de género como prácticas sociales y políticas ubicuas, que no se limitan a un espacio u otro (público/privado), sino que son violencias que transitan y se retroalimentan en los espacios “entre”, es decir, a través de las violencias culturales, los estereotipos de género y las normas sociales.
Las desigualdades de género aparecen en el entramado estructural de las sociedades que, al legitimarse, se convierten en violencia cultural. La violencia cultural contribuye a que las violencias directas y estructurales aparezcan y sean legitimadas por ella. La violencia de género nos atraviesa a todas, todes y todos, no solo se trata de una cuestión personal, sino que está presente en lo cotidiano y en las diferentes esferas de nuestras vidas. Es un problema estructural en el funcionamiento de nuestras sociedades, que viola los derechos humanos de las mujeres y las personas LGBTIQ+.
Hay distintos tipos de violencias de género, que hacen referencia a la dimensión de la vida en la cual se produce algún daño, a saber:
Violencia familiar
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También la conocemos como violencia doméstica, es toda acción de abuso o agresión (física, sexual, psicológica o económica) que puede ser ejercida por cualquier miembro de la familia dentro del hogar. Algunos ejemplos son amenazar psicológicamente a la pareja e hijes y el abuso sexual dentro del hogar.
Violencia vicaria
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Se produce cuando el perpetrador busca dañar a la mujer ejerciendo violencia a sus hijes u otras personas relevantes para ella; es bastante común en contextos de violencia familiar y en situaciones de separaciones o divorcios conflictivos.
Violencia física
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Es la violencia que se emplea contra el cuerpo de la persona, generando dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato que afecte su integridad física. Esta violencia va desde los empujones, pellizcos, golpes y lesiones graves, hasta la muerte.
Violencia psicológica
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causa daño emocional y disminución de la autoestima, perjudica y perturba el pleno desarrollo personal. Busca degradar o controlar las acciones, creencias y decisiones mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación, aislamiento. Incluye la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia, sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a la salud mental.
Violencia sexual
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Se refiere a cualquier acción que implique la vulneración, en todas sus formas —con o sin acceso genital— del derecho de mujeres y sectores poblacionales LGBTI+ a decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de personas.
Violencia econimica
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Se refiere a cualquier acción u omisión que afecte la supervivencia económica de una persona; podemos encontrarla en el control o la limitación de los recursos económicos, los impedimentos al acceso al empleo, la explotación económica o la privación de recursos materiales. Se ejerce enmarcada en relaciones íntimas, donde uno de los miembros de la pareja controla los ingresos del otro, limitando su libertad y autonomía para decidir acerca de sus finanzas. Cuando una de las partes le hace ver a la otra que sus necesidades son gastos innecesarios, aunque se trate de necesidades básicas.
La violencia económica es compleja, ya que incluye el trabajo de cuidados no remunerados, que comprende las tareas domésticas como cocinar, limpiar, acarrear agua y combustible, cuidar a les niñes o a les ancianes. Estos trabajos son esenciales para el buen funcionamiento de la sociedad y la economía (en Colombia representan el tercer aporte al PIB) y se encuentran invisibilizados, naturalizados como tareas femeninas, asociados a responsabilidades que derivan del amor y que generalmente son las mujeres y las niñas quienes soportan la mayor carga en comparación con los niños y los hombres.
A continuación, podemos ver el aporte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado a la economía colombiana.
Tomado de DANE (2023). Cuenta de producción y generación del ingreso del Trabajo Doméstico y de cuidado no remunerado (TDCNR) 2021 provisional. https://acortar.link/XoYuhc
Violencia patrimonial
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Está relacionada con la violencia económica y se trata de la violencia que implica la destrucción, retención o sustracción de documentos personales, bienes, valores o derechos económicos que pertenezcan a la víctima. Esta violencia procura menoscabar la autonomía e independencia económica, afectando su seguridad y estabilidad. Un ejemplo de esta sucede cuando se le retienen los documentos a una mujer con la excusa de “guardarlos bien” para que no se extravíen.
Violencia simbólica
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Este concepto fue acuñado por el sociólogo Pierre Bourdieu para describir la forma de violencia que no es física y se manifiesta mediante el control y la dominación cultural, simbólica y social. Generalmente, es un tipo de violencia imperceptible, ya que es ejercida de manera sutil a través de la internalización de normas, valores y creencias sociales que perpetúan las desigualdades y jerarquías sociales. Está basada en la legitimación de la dominación a través de los símbolos, el lenguaje y las prácticas cotidianas, de modo que las víctimas no alcanzan a percibir la opresión como tal, sino que la aceptan como natural o normal.
Violencia institucional
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Es la violencia que se ejerce desde el Estado, las instituciones públicas o privadas, cuando violan los derechos humanos de las personas; puede ocurrir en la administración de justicia, dentro de instituciones sanitarias, educativas o de los servicios sociales; afecta principalmente a las mujeres y personas LGTBIQ+. Un ejemplo muy habitual es la revictimización de las mujeres en el sistema judicial o cuando una mujer va a denunciar a su agresor y quien le toma la declaración le pregunta qué hizo ella para que el agresor reaccionara de esa manera.
- La violencia simbólica aparece cotidianamente en mensajes estereotipados, valores, íconos o signos que transmiten y reproducen dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de mujeres y personas LGBTIQ+ en la sociedad. Por ejemplo, los chistes o comentarios sexistas y los estereotipos de género en publicidades.
Violencia política
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Sucede cuando se menoscaba, anula, impide, obstaculiza o se restringe la participación política de mujeres y personas LGBTIQ+. La violencia política se dirige específicamente contra estas poblaciones debido a su género, identidad de género u orientación sexual; busca limitar su participación política, silenciarlas, cristalizar su estatus marginal y excluido de los espacios de poder. Se manifiesta mediante el acoso, las amenazas y agresiones físicas, psicológicas y sexuales, también en forma de actos discriminatorios y represivos por parte de actores estatales y no estatales.
Violencia obstétrica
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Se refiere a la apropiación del cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres por parte del personal del servicio sanitario, este tipo de violencia se manifiesta mediante el trato deshumanizado, la medicalización excesiva y la patologización que se producen durante el embarazo, parto y posparto de las mujeres, limitando la capacidad de autonomía sobre los cuerpos de las mujeres. Algunos ejemplos son la falta de respeto a las decisiones de las mujeres sobre su cuerpo y el parto, la práctica de cesáreas innecesarias y los malos tratos por parte del personal de salud.
Violencia digital
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Se refiere a cualquier acto de violencia llevado a cabo, asistido o agravado por el uso de tecnologías de la comunicación e información (TIC). Este tipo de violencia contempla el acoso, la difusión de imágenes íntimas sin autorización, el control de las actividades en línea, entre otras. Ejemplos muy habituales pueden ser la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento de la persona o el control de las redes sociales de la pareja.
Conclusiones
En esta primera parte del curso destacamos la relación intrínseca entre las construcciones sociales de género y las estructuras de poder que perpetúan desigualdades en la sociedad. Enfatizando que las violencias de género, incluyendo las violencias simbólica, física y económica, entro otras, como fenómenos sistémicos que nos afectan a todes, especialmente a las mujeres y personas LGBTQ+. Visibilizamos estas problemáticas para empoderarnos, para cuestionar y desafiar los estereotipos que sostienen las violencias. Al adoptar una perspectiva crítica, contribuimos a la creación de un entorno más equitativo, donde se respeten los derechos de todas las personas. La educación y la conciencia son fundamentales para impulsar este cambio social y cada persona tiene un papel importante en este proceso transformador.
Referencias bibliográficas
Butler, J. (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.
De Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo. Gallimard.
Fricker, M. (2017). Injusticia epistémica. Editorial Herder.
Argentina. Ministerio de Defensa (2019). Ley Micaela (ley 27499). https://www.argentina.gob.ar/iaf/genero-y-diversidad/ley-micaela
Osborne, R. (2009). Apuntes sobre la violencia. Ediciones Bellaterra S.L.
Segato, R. (2020). La guerra contra las mujeres. Prometeo libros.
Viveros Vigoya, M. (2016). La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación. Debate feminista, 52, 1-17.