El bullying es un problema profundamente arraigado que afecta tanto a niños como a adultos, y sus consecuencias pueden ser devastadoras. Las víctimas no solo sufren el impacto inmediato de las agresiones, sino también las secuelas emocionales que pueden perdurar durante toda la vida. Además de las cicatrices físicas y emocionales, el bullying puede generar sentimientos de inseguridad, ansiedad, depresión y, en casos extremos, pensamientos suicidas.

Es importante también dar visibilidad a las personas que han sido víctimas de bullying, para que se sientan escuchadas y apoyadas. El testimonio de quienes han pasado por estas experiencias puede ser una herramienta poderosa para sensibilizar a otros y ayudar a quienes aún están atravesando situaciones similares.