En mi experiencia en mis espacios laborales, históricamente han predominado entornos mayoritariamente masculinos y heteronormativos, he sido testigo de una evolución positiva hacia la inclusión, sin embargo, creo que aún queda mucho por hacer. Los líderes de proceso deben promover un entorno de conciencia y sensibilización, que resulta fundamental para que todos los miembros comprendan la importancia de la diversidad y la inclusión. Programas de formación que aborden temas como sesgos inconscientes, lenguaje inclusivo y los beneficios de equipos diversos son claves para cambiar actitudes.
Políticas claras y transparentes, no únicamente dirigidas como mecanismos para atraer la atención comercial de la población diversa, sin que debe estar respaldada por políticas firmes que fomenten la igualdad de oportunidades y la equidad en procesos de contratación, promoción y remuneración. También la creación de espacios seguros para que las personas puedan expresarse auténticamente sin temor a prejuicios o represalias, esto implica establecer canales de comunicación confidenciales y protocolos claros para denunciar y abordar cualquier forma de discriminación. Representación en liderazgo, y es que contar con líderes diversos es fundamental para inspirar confianza y demostrar el compromiso de la organización con la inclusión, generar conciencia del impacto positivo que la población diversa trae no únicamente desde la perspectiva cultural, sino también desde la perspectiva organizacional, tecnológica y también económica, es decir que es necesario trabajar para que personas de comunidades diversas accedan a roles de toma de decisiones.