Basándose en la información proporcionada por el “Amorómetro” y el “Acosómetro”, es fundamental estar atentos a todas las señales de alerta cuando estamos conociendo a alguien o comenzando una relación. Estos recursos nos ayudan a identificar comportamientos inapropiados y a entender mejor los límites del respeto y el consentimiento. Por ejemplo, los piropos, que muchas veces se presentan como halagos inofensivos, en realidad pueden ser una forma de acoso. Es importante reconocer que no se trata solo de palabras, sino de una conducta invasiva que puede hacer que la otra persona se sienta incómoda o incluso vulnerable. Aprender a detectar y poner límites frente a estas actitudes es clave para construir relaciones saludables y respetuosas, donde ambos se sientan valorados y seguros.