En nuestra cotidianidad, de manera subterránea, podemos ser víctimas de intenciones, expresiones verbales, insinuantes y comportamentales que directamente nos vulneran, nos hacen sentir mal, lo perdonamos y permitimos continuar con patrones de estas conductas, porque las normalizamos, las naturalizamos y lo peor, enseñamos a nuestros hijos que el perdón es de humanos, que todos nos equivocamos y seguimos es esta cadena injusta y dolorosa que lo hacemos invisible, lo que es tan visible. Razón por la cual, es el llamado a la conciencia, al despertar del mal trato y la humillación, de las llamadas violencias de género, que no hacen más que ofender, disfrazar palabras, rostros en una manipulación del agresor. Este es el llamado a las nuevas generaciones a decir: ¡Basta ya¡ conmigo no.