En mi ámbito laboral es muy común ver como se dejan de llevar procesos apegados a la normatividad y que son beneficiosos para la entidad, porque quienes pueden realizarlos son personas que no comparten la corriente política o ideológica del administrador de turno, se prefiere la acción deshonesta y que genera riesgos, aún sin tener en cuenta las capacidades y el origen de las ideas… se va condenando a la mediocridad a quienes no lo son.
También es común, que en los espacios de toma de decisiones, sea más escuchada la voz masculina mientras la femenina es relegada a asuntos decorativos, desde lo subjetivo a lo literal.