sobre el “Acosómetro” y las diversas formas de acoso que menciona, reconozco que he sido testigo de situaciones de acoso, tanto en mi propia vida como en la de personas cercanas a mí. Me sorprende que los piropos, a menudo vistos como cumplidos, se consideren acoso verbal, lo que evidencia la normalización de comportamientos que sostienen la violencia de género. Entendiendo así, cómo las violencias que enfrentan muchas mujeres y personas diversas son el resultado de discursos basados en estereotipos de género, promovidos por una cultura patriarcal que deshumaniza y silencia a quienes sufren estas agresiones. Es fundamental visibilizar estas violencias y trabajar juntos para desafiar y transformar estas narrativas que perpetúan la desigualdad y el dolor.