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  • #27551

    Reflexionando sobre el “Acosómetro” y los diferentes tipos de acoso que presenta, me doy cuenta de que, lamentablemente, algunos de ellos han formado parte de mi experiencia cotidiana. Desde miradas invasivas hasta comentarios no solicitados, he tenido que enfrentar situaciones que, aunque parezcan pequeñas para algunos, afectan mi seguridad y mi tranquilidad. Estos actos, aunque muchas veces normalizados, constituyen acoso y dejan una marca en cómo uno se mueve y se siente en el día a día.

    Además, he conocido a personas en mi entorno cercano que también han sufrido acoso en distintas formas. Amigas y familiares me han contado experiencias en las que se han sentido vulnerables y acosadas, ya sea en el transporte público, en sus lugares de trabajo o incluso en situaciones de la vida cotidiana. Este tipo de acoso genera ansiedad y, a veces, un miedo constante que es difícil de superar. Me doy cuenta de que no es un problema aislado, sino que afecta a muchas personas a mi alrededor.

    Por otro lado, antes no tenía claro que los piropos estaban tipificados como acoso verbal. Saberlo me ha hecho reflexionar sobre la importancia de estos cambios en la ley y de cómo necesitamos transformar la percepción que tenemos sobre los comentarios no deseados. Estos “piropos” no son inocentes ni inofensivos; son una invasión al espacio personal y, en muchos casos, incomodan y violentan. Ahora entiendo mejor la importancia de visibilizar estos actos para avanzar hacia una sociedad más respetuosa.

    #27560

    sobre el “Acosómetro” y las diversas formas de acoso que menciona, reconozco que he sido testigo de situaciones de acoso, tanto en mi propia vida como en la de personas cercanas a mí. Me sorprende que los piropos, a menudo vistos como cumplidos, se consideren acoso verbal, lo que evidencia la normalización de comportamientos que sostienen la violencia de género. Entendiendo así, cómo las violencias que enfrentan muchas mujeres y personas diversas son el resultado de discursos basados en estereotipos de género, promovidos por una cultura patriarcal que deshumaniza y silencia a quienes sufren estas agresiones. Es fundamental visibilizar estas violencias y trabajar juntos para desafiar y transformar estas narrativas que perpetúan la desigualdad y el dolor.

    #27913
    Fernanda Torres P.
    Participante

    La incomodidad es parte de nuestro instinto y es una alerta para saber que algo no está bien. Las mujeres somos acosadas desde pequeñas, en el colegio, en nuestros primeros lugares de trabajo (y digo primeros porque en esos momentos no lo identificamos como acoso, solo algo nos incomoda) en la universidad, en la calle, en la discoteca, en el transporte público, incluso muchas en sus propias casas.
    Ya muchas levantamos la voz y ponemos un limite porque hemos tenido acceso a las herramientas (como este curso) para reconocer e identificar el acoso, el irrespero por parte de los hombres, algunos sienten verguenza, otros entran en negación, a otros les molesta que les pongamos un límite pero todo parte de la bendita INCOMODIDAD.

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